«La Pausa», la casa de Coco Chanel en la Riviera Francesa

La historia de «La Pausa», la casa que Gabrielle Chanel construyó junto a su amante, el Duque de Westminster, inspirada en el convento donde creció

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Gabrielle Chanel le otorgó a su casa de retiro en la Riviera Francesa un estilo muy particular para la época y muy personal para Coco. La rodeó de símbolos que conectaban con su vida y la pensó como un lugar de convivencia moderna.

Esta casa, que mira hacia el Mediterráneo, fue diseñada por el arquitecto Robert Streitz y terminada en 1930. Fue comisionada por Gabrielle y su amante de la época, el inmensamente rico Duque de Westminster (se decía que era incluso más rico que su monarca). A pesar de que el romance no perduró, Gabrielle, como con la mayoría de sus amantes, terminó en muy buenos términos y se quedó con la villa.

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El gusto con que se construyeron y decoraron los espacios fue totalmente Chanel, de hecho la arquitectura está inspirada en el convento/orfanato donde ella creció en la zona de Aubazine en Francia. Esta antigua Abadía data del siglo XII y es este estilo románico el que dota a toda la construcción con su elemento purista, austero y, paradójicamente, moderno.

Con sus muros interiores completamente blancos y los sencillos muebles provenzales que decoran la casa, es difícil no hacer una conexión con otra mujer que fue una gran tastemaker de la época, la chilena radicada en Europa, Madame Errázuriz. Esta mujer, quien afirmó “la elegancia es sinónimo de eliminación”, imbuyó a sus ambientes con un espíritu de austeridad muy parecido al que Chanel introdujo en la moda. Estas dos mujeres hicieron de la estética sencilla, que antes era considerada de las clases bajas, algo sofisticado para el mundo moderno que vendría.

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Las conexiones entre ellas son enormes: las dos fueron íntimas amigas (y Chanel amante) de Stravinsky y Picasso, ambas pasaron los años de la Primera Guerra Mundial en Biarritz, donde Chanel, en ese entonces inauguraba su tercera boutique mientras Madame Errazuriz pasaba sus días en su villa La Mimoserie. Y aquí es donde no podemos obviar la influencia que puede haber tenido Madame Errazuriz en la estética que Chanel infundió en La Pausa. Ya que fue en esta villa de descanso en Biarritz donde Eugenia Errazuriz dio rienda suelta a sus ideas sobre un interior limpio, de muros lavados, muebles sencillos y flores silvestres, sin adornos superfluos.

Por lo tanto, aunque no conozcamos registro de que Gabrielle estuvo en esa casa, la probabilidad es muy alta, debido al amplio círculo social que tenían en común. Y si este no hubiese sido el caso, seguramente intercambiaron ideas sobre estética y modernidad. Ilustrando su conexión, cuando al final de sus días Madame Errázuriz se ordena monja, le pide a Gabrielle Chanel que diseñe su hábito.

Volviendo a “La Pausa”, junto al interiorismo que nos parece tan moderno en los ojos de hoy, se vivía también en La Pausa un modo moderno de recibir, de reunirse y de descansar. En esa época la élite acostumbraba a tener sirvientes que se ocupaban hasta del más mínimo detalle de la vida diaria de una persona. Esta no era la excepción en La Pausa, pero la diferencia es que Gabrielle disponía todo de forma que los empleados no fueran notados, para que sus invitados se sintieran relajados en un ambiente silencioso e introspectivo. Por ejemplo, para almorzar se disponía un magnífico buffet donde cada comensal se servía a su gusto.

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El nombre de esta casa nos hace vislumbrar otra de las facetas de Chanel: su interés y su creencia en lo esotérico. “La Pausa” se debe a la leyenda en la cual Maria Magdalena hace una pausa en estos territorios del sur de Francia en su viaje posterior a la crucifixión de Cristo. Se cuenta que descansó bajo los olivos que crecen en la zona y de los cuales Chanel dispuso en su propio jardín

Su gran amor, Boy Capel, es quien la introduce en este misterioso mundo que también ella reflejó en su interiorismo. La Pausa está construida con patrones de cinco ventanas, detalle erróneamente atribuido al éxito de su perfume Chanel N° 5, pero este juicio sería subestimar a la profunda y enigmática Coco.

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Su número de la suerte era el cinco debido a que nació bajo la casa de Leo, quinto signo del zodíaco. Siempre se sintió muy identificada con la fuerza esotérica del león, coleccionando esculturas de este animal en diferentes materiales. Por su fuerte creencia en estos símbolos, es que elige la quinta muestra que le trae Ernest Beaux, con quien estaba creando su primer perfume, y lo bautiza como Chanel N° 5. Y es por esto también que construye  su casa con patrones de cinco ventanas.

En 1953, luego de que el Duque de Westminster muriera, Chanel vende La Pausa a los norteamericanos, Wendy y Emery Reves, ella una ex modelo y él un empresario del mundo editorial.  Wendy vivió en esta casa hasta su muerte el 2007, año en que la casa quedó prácticamente abandonada.

Luego de solucionar ciertos problemas legales, fue llevada a la venta a través de una oficina londinense y, recientemente, en septiembre del 2015, fue nuevamente adquirida por la Casa Chanel. En la declaración pública indicaron que “la casa es un testimonio esencial de la vida de Gabrielle Chanel, que se ha convertido ahora en patrimonio de la Casa Chanel. Luego de renovaciones para restaurarla hacia su espíritu original, La Pausa va a tomar una nueva vida irradiando la cultura y los valores de Chanel”.

Con esto, Chanel vuelve a La Pausa y en su verdadero esplendor, ya que los antiguos propietarios la cambiaron a su gusto, el cual no tiene el valor cultural ni estético de los interiores concebidos por Gabrielle Chanel.

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