Alfred Kinsey y los descubrimientos del Padre de la Revolución Sexual

Alfred Kinsey revolucionó a la sociedad norteamericana de la posguerra con sus estudios que demostraban la vasta diversidad del comportamiento sexual humano

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Nuestras actitudes ante la sexualidad humana han cambiado enormemente en los últimos 50 años. Desde una moral absolutamente puritana, donde la única relación sexual tolerada era la efectuada entre un hombre y una mujer dentro del matrimonio, hemos pasado a una sociedad que acepta el matrimonio homosexual, las relaciones fuera del matrimonio, la masturbación y el deseo femenino. A pesar de eso, siguen existiendo opiniones polarizadas frente al tema y está lejos de la unanimidad. Pareciera que hablar de sexo, a pesar de estar en el siglo XXI, aún es un tema que nos complica.

Fue Alfred Kinsey quien se enfrentó, por primera vez, a la avalancha que podía provocar el hablar abiertamente de la vida sexual de las personas y más aún, de estudiarla. Sus investigaciones abrieron una caja de Pandora que nunca se volvió a cerrar. Este biólogo, luego de ser el mayor experto mundial en avispas cinípedas, derivó al estudio de la sexualidad humana donde terminó impactando nuestra cultura.

Kinsey se comienza a preguntar sobre este tema cuando no logra consumar la relación con su esposa. Finalmente descubren que ella tenía un problema en el himen, el cual se solucionó con una simple operación. Pero en este camino, Kinsey se da cuenta que no hay estudios científicos sobre el tema, que nadie sabe nada y que la única literatura existente apela a la moral y no a las conductas reales. A esto se suman sus propios cuestionamientos ya que desde pequeño siente deseos homosexuales. Esto le producía profundos sentimientos de culpa dada su crianza bajo un rígido padre perteneciente a la Iglesia Metodista

Sus estudios comienzan con un curso para matrimonios que imparte en la Universidad de Indiana en 1938. El curso desde el comienzo es un éxito, cientos de alumnos llenan su aula con la esperanza de que alguien les explique cómo funciona y de qué se trata la vida sexual. Con láminas de penes y vaginas los estudiantes se enfrentan a algo que nunca nadie había explicado de forma tan gráfica. En este momento ya comienza a entrevistar a sus propios alumnos acerca de su vida sexual

Pronto Kinsey deja la entomología (el estudio de los insectos) para dedicarse de lleno a la sexualidad. Se da cuenta que el campo es enorme, que la diversidad es tremenda y que es absolutamente necesario que la sociedad salga de esta ignorancia. Busca financiamiento en la Fundación Rockefeller, la que luego de un escepticismo inicial accede y fundan el Research Institute for Sex. Con esto, forma un equipo de investigadores que lo ayudarán en su labor y que se convertirán en una especie de familia. En la foto vemos al grupo nuclear; Alfred Kinsey, Clyde Martin, Paul Gebhard y Wardell Pomeroy.

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Kinsey estaba obsesionado con la recopilación de datos, sentía que la muestra debía ser lo más cuantitativa posible para entender la diversidad existente. El equipo se lanza a la carretera a recorrer USA, efectuando más de 18.000 entrevistas a hombres y mujeres en varios estados y de diversos estratos sociales.  En su búsqueda, Kinsey llega también a prostíbulos y cárceles donde va descubriendo el mundo underground de la homosexualidad, en el cual por primera vez puede concretar sus impulsos de adolescencia.

Sus colaboradores contaban que Kinsey tenía un don único para hacer sentir cómodos a los entrevistados, revelando así sus más escondidos secretos, en un formato de preguntas que respetaba el anonimato e incitaba a la apertura. El equipo comienza a entender que había un abismo entre lo que sucedía realmente dentro de la habitación y lo que la gente pregonaba como moral. Ya en estos años se fueron topando con la aversión de ciertos sectores de la sociedad por ir de ciudad en ciudad inmiscuyéndose en la vida íntima de los norteamericanos.

La bomba llegó con la publicación de los resultados. Después de meses de trabajo, en 1948 el equipo entregó una compilación del comportamiento sexual del nortemaricano “Sexual Behavior in the Human Male”. El libro vendió 200.000 copias, convirtiéndose inmediatamente en un bestseller y en el libro de ciencia más vendido de la historia. Los Estados Unidos se revolucionaron ante la idea de que la mayoría de los hombres se masturbaba, que la homosexualidad llegaba al 10%, que el sexo oral era algo común al igual que el sexo extramarital. Kinsey instantáneamente se convirtió en un personaje famoso, todos los medios querían un pedazo de él y pasó a ser tema de conversación de cualquier ciudadano medio.

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En 1953 lanza la segunda bomba y esta sí que probó ser atómica. Con “Sexual Behavior in the Human Female” se genereba una revolución aún más grande que la anterior. Resulta que los estudios demostraban que la mujer también se masturbaba, que también tenía comportamientos homoeróticos, que el orgasmo clitorial era más común que el vaginal y que el apetito sexual femenino seguía aumentando pasados los 30. Definitivamente la mujer tenía un sofisticado mundo erótico y no existía sólo para satisfacer al hombre. Por supuesto que también fue un bestseller, pero esta vez los grupos conservadores comenzaron a levantarse. Hablar de vagina, clítoris y de la sexualidad de madres y hermanas, era cruzar una barrera que por siglos se había mantenido de hierro. Las críticas contra Kinsey comenzaron a llover.

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Uno de los mayores reproches llegó de la misma comunidad científica; estadísticamente la muestra no era válida (irónicamente usó el mismo método en el estudio de las avispas con gran aclamación). Los últimos estudios en investigación social concluían que se debían tomar muestras representativas y no ese número exagerado de encuestas que hizo Kinsey. Pero obviamente el jucio más potente vino del mundo conservador que por supuesto consideraba inmoral la mayoría de los descubrimientos de Kinsey. Estados Unidos se encontraba envuelto en la caza de brujas de McCarthy, quien personalmente lo acusa de destruir la familia y aportar al comunismo y a la homosexualidad. El año '54 la fundación Rockefeller retiró el financiamiento y Kinsey, privado de su razón de vida, entra en una profunda depresión. Dos años después muere de un ataque al corazón a los 62 años. En la foto junto a su esposa Clara quien siempre lo apoyó.

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Pero la repercusión de sus estudios es incuantificable. Abrió puertas que nunca más se volverían a cerrar. Kinsey siempre tuvo una visión utópica de una sociedad liberada sexualmente y de seguro estaría satisfecho de ver cómo, al menos cierta parte del mundo, considera el tema hoy. La sexualidad humana se logró liberar de la culpa y la represión que la guiaban en la moral victoriana y en la impuesta por la Iglesia Católica desde hacía siglos.

En la época anterior al informe, el adulterio y la homosexualidad estaban penalizadas por la ley, el sexo oral era considerado algo perverso y la masturbación podia ser causa de enfermedad mental. Posterior al informe se produce un vuelco. Hacia mediados de los '60, el movimiento hippie toma como consigna hacer el amor y no la guerra y ya en los ’70 el movimiento feminista y el de la liberación gay cambiarían nuestras concepciones para siempre.

Para mí, independiente de la complejidad del mismo Kinsey como persona y de las críticas que se pueden hacer a su metodología, su mayor aporte radica en la diversidad que imprimió en nuestra idea de sexualidad. Cada una de las 18.000 historias que recopiló (aún hoy el más grande registro del comportamiento sexual humano) era una combinación única de deseos y hechos. Con esto, él elaboró la Escala de Kinsey (aún en uso), la cual lanzó junto a su primer libro. En ésta se clasifica como 0 a las personas exclusivamente heterosexuales y como 6 a las exclusivamente homosexuales. Todo lo que hay entre medio es una infinita zona de grises donde cada combinación de preferencias es única.

 Y quizás la crítica que considero más relevante es que no tomó en cuenta los complejos procesos psicológicos, culturales y emocionales que entran en la sexualidad. Desde su visión de biólogo, obvió las profundas y aún inexplicables causas que generan la excitación sexual y que recientes estudios han demostrado que están inextricablemente ligadas al abanico cultural con el que crecimos.

Igualmente aún hay sectores enormes de la sociedad que no han adoptado una visión tolerante y al parecer todavía es bastante difícil ejecutar estudios sobre sexualidad por todas las cuestiones morales que surgen. Algún día entenderemos de dónde viene o en qué momento de la historia se nos hizo tan difícil reconocer y exteriorizar esta parte fundamental de nuestra existencia, de nuestro cuerpo y por lo demás tan natural y necesaria.

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