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Los Exuberantes Patterns del Diseñador Austro/Sueco Josef Frank

La historia que llevó a Josef Frank desde arquitecto vienés a convertirse en el diseñador que le daría un vuelco a la identidad de la estética sueca

Josef Frank fue amo de la exuberancia en el país de la mesura. Sus diseños llenos de colores causaban una estridente sorpresa en el universo sueco, acostumbrado al gris, al beige y al blanco. A la larga, su visión le dio un giro al diseño sueco, otorgándole una parte de su identidad, vigente hasta el día de hoy.

Josef Frank originalmente era arquitecto de profesión y austriaco de nacionalidad, pero las vueltas del destino hicieron que terminara su vida ejerciendo como diseñador y siendo ciudadano sueco. Más tarde, Frank se lamentaría del rumbo que había tomado su historia, sintiendo que su carrera había sido una decepción. «It is not what I had imagined and what I wanted and would have been able to do, but rather only what I was able to accomplish under the circumstances, when I look back, it makes me very sad», escribió a un amigo en 1948.

Y claro, la Viena de principios de siglo, donde Frank estudió y trabajó, era una bullante metrópolis, central en el mundo de las artes. Todo convergía ahí, desde los grandes arquitectos como Josef Hoffman y Adolf Loos, al modernismo esotérico de Gustav Klimt y  el expresionismo erótico de Egon Schiele. Sumando el trabajo artesanal de la Wiener Werkstätte, las ideas de Freud y la música de Mahler. Además, hacia los años ’20, Frank había logrado cierto renombre como arquitecto, construyendo casas burguesas como también edificios de viviendas sociales.

La escalada del Nazismo en la Austria de los años ’30, obligaron a Frank, por su ascendencia judía, a salir del país. Con Anna, su mujer sueca, deciden trasladarse a Estocolmo. Podemos entender el sentimiento de Frank, que a sus 50 años, fue desplazado de su país, llegando a una ciudad periférica y puritana, en la cual le fue imposible encontrar trabajo como arquitecto.

Pero el destino tenía un giro preparado para él. Estrid Ericson, la emprendedora detrás de la compañia de diseño, Svenkst Tann, creyó en él y le dio trabajo. Es en este momento donde comienzan a nacer sus icónicos patterns influenciados por el modernismo vienés con el que creció y se formó. Expresivos, sensuales y exóticos, respondían a una visión de interiorismo totalmente diferente a lo que estaban acostumbrados los suecos y en general, a la visión funcionalista de la época.

El gran salto a la fama de este dúo se dio en 1934. En la galeria de arte Liljevalchs, exponen su idea de interiorismo para un salón. Un gran estante como bar, una piel de leopardo y su hoy famoso «Sofá Liljevalchs». Diseñado con una profundidad de 140 cm (cuando el estándar de la época eran 80 cm) y tapizado con uno de los patterns de Frank, fue una revolución.

El pensamiento de Josef Frank se basaba en lo que él llamaba «accidentalismo», una forma de juntar objetos y corrientes estéticas con fluidez y según el gusto de las personas que habitan el lugar.«It doesn´t matter if you mix old and new, or different styles, colours and patterns. The things you like will always blend, by themselves, into a peaceful whole»

Su principal interés era el confort, lograr espacios que fueran acogedores y que incitaran al relajo, por eso siempre estuvo en desacuerdo con el funcionalismo extremo y con la idea de «la casa como máquina» de Le Corbusier. Solía decir «A monochrome surface is tiring; the more ornamentation, the more calming is the effect, because the viewer is unconsciously affected by the slow approach that is behind it». 

La firma Svenskt Tenn comercializa sus patterns hasta el dia de hoy. Esta fructífera relación le dio un impulso único al diseño sueco y escandinavo, sin el cual dudosamente existirían hoy Marimekko y los textiles de Ikea, ambos rebosantes en color y formas orgánicas. Como dice la curadora del Millesgarden Museum, Maria Wiberg «Frank brought something to Sweden that we didn’t have, his work makes you happy»