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Los excéntricos chilenos, que vivían en París, con la grandeza de Luis XIV

El Marqués de Cuevas, Margaret Rockefeller, Raimundo Larraín, Arturo López Wilshaw y el Barón de Rede representaron el regio estilo de vida a lo Rey Sol

Esta es una historia de excentricismo y de exceso. De un grupo de chilenos que vivió en la Europa de la postguerra con la ostentación de la corte de Luis XIV. Sus lujos y fastuosidades, fueron quizás, los últimos ecos de la era aristocrática, la cual se extinguía rápidamente en pos de la nueva sociedad de masas.

MADAME ERRÁZURIZ

Eugenia Huici de Errázuriz, más conocida como Madame Errázuriz (lee todo sobre su vida en este post) es lejos la más influyente de este grupo. Su influjo en el movimiento moderno aún no ha sido realmente calibrado, pero permeó con sus consejos y gusto a los personajes claves. Stravinsky, Diaguilev, Picasso, Jean Michel Frank y otros, fueron constantemente imbuidos con las ideas de Madame Errázuriz

Con ella tampoco podemos hablar de excentricismo ni excesos, de hecho su lugar en la historia del diseño, pasa por promover la sencillez y el minimalismo como los mayores signos de sofisticación y decencia. Su gusto impecable, descrito por Cecil Beaton en su libro “The Glass of Fashion”, se basaba en paredes blancas, pisos de baldosa fregados, flores silvestres del jardín, pan con mantequilla de campo y por supuesto, cuadros cubistas.

Madame Errázuriz dibujada por Pablo Picasso

Ella representaba la puerta de entrada a los círculos más selectos de la Europa de principios de siglo. Tanto intelectuales, artistas y figuras de alta alcurnia, la consideraban la máxima dictadora del gusto del futuro. Digamos que ella fue el precedente de toda esta historia. La luminaria, que por sus propios méritos se convirtió en lo que debía ser.

Madame Errázuriz, Picasso y Olga Koklova en el baile de Etienne de Beaumont. Fotografía de Man Ray, 1924

ANTONIO “TONY” GANDARILLAS

Tony Gandarillas era el sobrino de Madame Errázuriz. Hijo de Rosa Huici y del político chileno Antonio Gandarillas Luco. Llegó a Europa con un puesto en la embajada chilena en Londres y pronto, al alero de su tía, comenzó a frecuentar los grandes salones.

Tony era un playboy, adicto a los excesos, especialmente al opio y a las apuestas. Fue amante del pintor inglés Christopher Wood, quien se suicidó muy joven debido a una paranoia que le produjo la adicción al opio inducida por Gandarillas.

Retrato de Tony Gandarillas por Christopher Wood, 1926

Una historia muy graciosa relacionada con Tony Gandarillas, es la del libro de Cecil Beaton, My Royal Past by Baroness Von Bülop. Esto es una parodia a la moda que adquirió la aristocracia europea en los años ´30, de escribir autobiografías de vidas sin ninguna importancia. Resulta que los personajes de las fotos de esta baronesa y su familia son realmente los amigos de Cecil Beaton en drag. La Baronesa Von Bülop es Tony Gandarillas. Genial y transgresor para le época.

ARTURO LÓPEZ WILSHAW

Este es uno de los personajes centrales de esta historia. Hijo del multimillonario chileno Arturo López Pérez, nació en Valparaíso pero se fue joven a Europa para vivir en un entorno lleno de privilegios. Su padre había hecho fortuna con el comercio del guano (excremento de ave, preciado como fertilizante), por lo que a Arturito, supongo que con un dejo de sarcasmo, le decían «El Rey del Guano». Su padre también invirtió en la bolsa y se convirtió en uno de los principales accionistas del Metro de París y de Galerías Lafayette.

Ambas fotos Hôtel Rodocanachi

Arturo López Wilshaw, único hijo hombre del magnate, se casa con la sobrina nieta de Madame Errázuriz y su prima en segundo grado; Patricia López-Huici. La residencia principal de la pareja era una mansión en el exclusivo suburbio parisino, Neuilly-sur-Seine. La propiedad era conocida como Hôtel Rodocanachi (hôtel particulier, es un término utilizado en Francia para designar mansiones urbanas, no tiene relación con un hotel comercial). Después de comprarla, Arturo la remodeló completamente al estilo y la grandeza de Luis XIV, com muebles y objetos del periodo. Tenía una verdadera obsesión con la pompa y la decoración del siglo XVII. Una historia cuenta que cuando Arturo fue a Versalles tuvo el descaro de comentar; «Esto me recuerda un poco a mi casa».

Alexis de Rede, Arturo López-Wilshaw, Patricia López-Huici y Georges Geffroy en el Baile de Máscaras de Charles Beistegui. Venecia, 1951

Pero su matrimonio era más que nada un acuerdo. Arturo López Wilshaw se inclinaba más por el sexo masculino y desde los inicios tuvo amoríos, los que Patricia aprobaba discretamente. El más duradero fue con el Barón Alexis Von Rosenberg, veinte años menor. Tenían una relación tan estable que se convirtieron en el trío más famoso de París. Patricia, Arturo y Alexis llegaban juntos a los bailes, comían en restaurantes y vacacionaban juntos, pero no convivían.

Hotel Lâmbert, Île Saint Louis

Para la residencia de su nuevo amor López-Wilshaw, siguiendo con su inclinación barroca, compró el Hotel Lambert, en la Île Saint-Louis. Por lejos uno de los lugares más codiciados y lujosos de la ciudad. Un ícono arquitectónico del siglo XVII, el Hôtel Lambert fue diseñado por Louis Le Val, el mismo arquitecto que construyó el Palacio de Versalles. Con esto, el millonario estaba cada vez más cerca de vivir como el Rey Sol. Y no solo esto, Arturo López Wilshaw fue uno de los mayores benefactores de la restauración de Versalles que realizó el experto en arte, Gerald Van der Kemp alentado por Charles de Gaulle.

Salón de Hércules del Hôtel Lambert preparado para una comida del Barón de Rede

Esta troika también era famosa por entretener y relacionarse con toda la alta bohemia. Sus bailes y fiestas eran legendarios. De los que mejor recibían en todo París según la Princesa Ghislaine de Polignac. Esto podía ser en cualquiera de sus dos residencias y también frecuentemente, de forma más privada, en su yate. El trío pasaba largas temporadas navegando en «La Gaviota», decorado por el famoso Georges Geffroy, junto a artistas y celebridades. Se rumoreaba que las invitadas mujeres estrenaban un vestido de alta costura cada noche, por lo que su equipaje ocupaba más espacio que ellas mismas.

Arturo López y Salvador Dalí navegando en La Gaviota, 1950

ALEXIS DE REDE

Alexis von Rosenberg o Barón de Rede venía de una familia de banqueros judíos arruinados. Se va a buscar suerte a Estados Unidos y es en Nueva York donde conoce al millonario chileno. Se dice que Arturo le ofreció un millón de dólares por irse con él. El Barón acepta y Arturo vuelve a París con esta pareja de 18 años, de la cual nunca más se separará. Al morir, le dejó la mitad de su fortuna. La otra mitad fue para su esposa.

Alexis de Rede fue famoso por ser un «kept man», pero también por su sartorial taste y su influencia en la moda masculina. Usaba dos pañuelos de seda para salir en la noche, uno blanco y uno negro; constantemente se mandaba a hacer zapatos a Clevergie en Londres, poseía más de 400.

Un joven Barón de Rede en su baile Bal des Têtes, junto a los otros jurados, la Dúquesa de Windsor, Charles Beistegui y Elsa Maxwell, 1956

Además era amante de la decoración de época y fue él quien restauró el Hôtel Lambert para devolverle su antiguo esplendor. Luego de la muerte de su eterna pareja, se convierte en un gran amigo de Marie-Helene de Rotschild y su marido Guy, quienes compran el Hôtel Lambert. Permitieron que Alexis se quedara en su ala de la mansión hasta su muerte. El año 2007 fue adquirida por la familia del Emir de Qatar.

Alexis de Rede junto a Marie-Hêlene, Elizabeth Taylor y Liza Minelli.

Sus espléndidas fiestas fueron famosas, pero lejos la más memorable fue la que dio junto a Marie-Helene el año ´69; Le Bal Oriental. En la entrada del Hôtel Lambert se dispusieron dos elefantes de papel maché a tamaño real. Al subir la escalera del salón, hombres con el torso desnudo y musculado sostenían antorchas, representando esclavos nubios. Una de las invitadas fue vestida como pagoda; tan rígido era el vestido confeccionado con metal, que no pudo sentarse en toda la noche. Todo fue retratado con hermosas acuarelas por el artista ruso, Alexandre Serebriakoff. El traje de príncipe Mongol de Alexis lo diseñó Pierre Cardin

PATRICIA LÓPEZ HUICI

Patricia era bastante discreta a pesar de su ventilada vida. A la muerte de su marido desapareció de la luz pública, viviendo la mayor parte del tiempo en su villa en St Tropez hasta su muerte el 2010. Pero por supuesto la grandiosidad de sus tesoros distaba mucho de ser sencillo. Después de su muerte, Christie’s subastó sus pertenencias de forma anónima. Dentro de ellas había una silla que perteneció a Madame du Barry (amante de Luis XV) y piezas del servicio Orloff del siglo XVIII, fabricado por los mejores plateros franceses y regalado por Catalina La Grande a su amante, el Conde Orloff.

Patricia era una mujer elegantísima, de impecables gustos. Fue clienta de Balenciaga y de Dior de quien era una de sus preferidas. Además fue la primera en adquirir un vestido de alta costura de Yves Saint Laurent cuando recién abría su Maison, el 00001.

Patricia López-Huici junto al Duque de Windsor en la ceremonia en que le entregaron la Legion d`Honneur a Arturo.

Patricia vestida de Jean Patou, 1956

EL MÁRQUES DE CUEVAS

Este genial personaje parece realmente salido de una novela. Nacido en Santiago de una familia venida a menos, su arribismo social fue desde siempre notorio. Jorge Cuevas llegó a ser el hazme reír de la estirada y conservadora sociedad chilena, quienes lo llamaban peyorativamente “Cuevitas”. Sí, su don de gentes nunca pasó desapercibido y pronto Cuevitas, dejó el provincial Santiago para buscar mejor suerte en París. Y claro que la encontró.

Llegó a trabajar en la Maison Irfe, creada por el príncipe asesino de Rasputín, Felix Yussoupov y su esposa, Irina Romanova. Un día apareció en el salón una mujer, algo rara y de cero atractivo, quien resultó ser la nieta del magnate del petróleo John D. Rockefeller. Aunque Jorge Cuevas era evidentemente homosexual, esto no impidió que al poco tiempo estuvieran casados.

Su título oficial era el de Marqués de Piedrablanca de la Guana, pero siempre fue puesto en duda. Lo adquirió de parte del Rey de España como una restitución de un antiguo título de su familia, perdido hace siglos. La nobleza española se burlaba de lo que veían como una compra de privilegios por parte de la familia Rockefeller.

Con la fortuna Rockefeller a la mano, el Marqués de Cuevas dio rienda suelta a sus extravagancias y deseos de lujo. Su departamento en el Muelle Voltaire se convirtió en el centro de la Haute Boheme parisina. La vizcondesa Jacqueline de Ribes cuenta que siempre había gente esperando audiencia, parecía la corte real. En un acto total de singularidad, muchas veces el Marques recibía en su cama, envuelto en una robe de terciopelo negro. A su lado yacían sus diez perros pequineses a quienes alimentaba con violetas.

El Marqués entrando a su baile con su disfraz de «El Rey de la Naturaleza»

En 1953, dos años después del gran Baile de Máscaras de Charles Beistegui en Venecia, el Marqués de Cuevas celebra en Biarritz su famosísimo baile a lo siglo XVIII, con más de 2000 asistentes. El extravagante evento en un país aún con ecos de guerra, fue criticado por la izquierda y el Vaticano. 500 disfraces de la época fueron adquiridos para vestir a la policía y al servicio. Margaret no bajó a la fiesta y se cuenta que mandó a su empleada vestida con su disfraz diseñado por Balmain.

Jorge Cuevas se codeaba constantemente con grandes personajes, como Maria Callas, Salvador Dalí, la reina madre de Egipto, Arturo López y el Barón de Rede. Con Salvador Dalí eran muy amigos, en 1943 el pintor pasó cuatro meses en la finca del Marqués en las montañas de Nueva Hampshire para escribir su única novela Rostros Ocultos.

El Marqués de Cuevas junto a Maria Callas y Salvador Dalí

Fue un amante del ballet y se compró la Compañía de Monte Carlo, a la cual rebautizó como la Compañía del Marqués de Cuevas. Sus espectáculos eran vistos por le tout París. Recorrió el mundo con su compañía hasta su muerte. Terminó siendo muy querido e influyente en este mundo.

Cuando llegaba al teatro de los Champ Elysees aparecía con los pequineses y varios objetos de los que no se desprendía nunca. Tenía un bastón con pomo de marfil regalo de Bao Dai, el último emperador de Vietnam y un chal bordado en oro regalo del Gran Muftí de Jerusalem. Otras veces llegaba al teatro acostado en una litera sostenida por dos hombres vestidos de blanco. No le gustaba vestir de esmoquín y prefería disfrazarse; turbantes, chilabas y trajes de marahá eran su predilección.

Marqués de Cuevas y Serge Lifar

MARGARET STRONG ROCKEFELLER

La esposa de Jorge Cuevas venía de un background bastante particular. Su madre Rockefeller murió cuando ella era pequeña y su padre, filósofo y psicólogo, se la llevó a vivir a Italia. Su infancia estuvo rodeada de científicos e intelectuales, más que de millonarios y socialités. Creció en un ambiente bastante austero y luego estudio química en Cambrigde. Su look fue siempre más bien el de una científica que el de una millonaria.

En oposición a la continua vida social y opulencia de su esposo, Margaret se puso cada vez mas reclusa y sombría. Estuvo casada con Jorge Cuevas por más de treinta años y tuvieron dos hijos. Pero durante el último periodo de su relación, ella vivía en su townhouse en Nueva York y él en París.

RAYMUNDO DE LARRAÍN

Raimundo Larraín Valdés provenía de una de las familias más aristocráticas y ricas de Chile, pero se escapa de la castiza sociedad chilena para desarrollarse en París. Llega como protegido del Marqués y se hizo conocido como su sobrino, aunque no lo era.

Dueño de un gran talento, el Marqués lo invita a participar en su ballet como escenógrafo y diseñador de vestuario. El año ’60, un enfermo George Cuevas, le pide a Raimundo que produzca una versión de La Bella Durmiente. Con ayuda de Jacqueline de Ribes crearon la más suntuosa producción de la década (financiada por el dinero de los Rockefeller) y un absoluto éxito de taquilla. Fue en este ballet donde bailó, por primera vez en occidente, el gran Rudolf Nureyev luego de escapar del Ballet de Leningrado. Jorge Cuevas muere el año ’61 y el Ballet sólo continúa por tres años con Larraín y de Ribes a cargo.

Raimundo de Larraín y Jacqueline de Ribes en las famosas fotografías por Richard Avedon, 1961

El creativo Larraín tuvo su primer contacto con la moda en 1956 cuando ganó el concurso de tocados del Bal de Têtes dado por Alexis de Rede en el Hôtel Lambert. Participó Dalí, Dior, Balenciaga y un joven Saint Laurent, pero ganó Raimundo Larrain por el tocado que creó para la vizcondesa Jacqueline de Ribes. Esta mujer, a quien le decían «la última reina de París» se convirtió en una gran amiga para Larraín y quien lo conectó con la crema y nata.

Posteriormente se fue a vivir a Nueva York donde conoció a la editora de Vogue Diana Vreeland. Volcó sus talentos en este nuevo medio y fue comisionado para la misma Vogue y otras revistas como Life y Town & Country. Para Life fotografió la psicodelia de Jimmy Hendrix

Raimundo de Larraín con Jacqueline de Ribes recibiendo su premio en el Bal de Têtes

El año ’77, en un giro de esta historia, se casa con la viuda del Marqués, Margaret Rockefeller. Ella tenía 80 años, él 42. Dicen que la anciana nunca estuvo tan bien cuidada como con Raymundo pero a la muerte de ella, el año ’85, los hijos comenzaron un duro juicio por 30 millones de dólares desaparecidos por Larraín (en esos años una enorme fortuna). Finamente llegan a acuerdo el ’87, pero un año después Larraín muere. Oficialmente de un ataque al corazón, pero el mundillo internacional sabía que estaba enfermo de Sida.

Para mí, esta historia representa la decadencia de una época y un estilo de vida moribundo. El mismo Pierre Bergé comentaba que nadie vivia hoy con la grandeza del Barón de Rede. Lo más curioso son los improbables personajes que terminaron siendo los protagonistas de esta Café Society. Aristócratas, artistas, diseñadores, nuevos ricos y actrices de cine se codeaban por igual en un mundo de fastuosidad y ostentación. Living Large en su máxima expresión

ESTE ARTÍCULO FUE TAMBIÉN PUBLICADO EN LA REVISTA SML EDICIÓN OCTUBRE 2019 Y EN SU VERSIÓN ONLINE