Lina Bo Bardi, su casa de vidrio y otras obras
La bella Casa de Vidrio, la obra y el pensamiento de Lina Bo Bardi y su figura como mujer arquitecta.
Lina Bo Bardi fue una tremenda arquitecta, diseñadora, activista política, curadora, escritora y editora, pero su fama internacional fue cruzada por dos problemas; ser mujer y vivir y trabajar en Sudamérica. El tema de la representatividad femenina en el mundo de la arquitectura es algo que ha tomado gran visibilidad con proyectos como «Un día una Arquitecta» y el reciente llamado de Pola Mora, editora en jefe de Plataforma Arquitectura, al Colegio de Arquitectos de Chile, por su vergonzosa entrega de premios que no consideró a ninguna mujer lo suficientemente apta para ganarse uno. Por otro lado, el mundo globalizado responde al siglo XXI y las vanguardias del modernismo, alojadas en el XX, estuvieron confinadas al hemisferio norte. Por esto, es muy interesante la revaloración que se ha dado en los últimos años del trabajo de Lina Bo Bardi, tanto en Brasil como en el mundo, ya que avala cambios dentro de estas antiguas configuraciones.
Lina Bo Bardi tenía una visión de la arquitectura como una disciplina inseparable de su condición social. Visión que parece básica pero que el egocentrismo de muchos arquitectos no ha visto con la suficiente importancia. Lina entendía los edificios como obras inacabadas que solo cobran vida con sus propios usuarios, posicionando a las personas en el centro de sus proyectos. En sus mismas palabras «La libertad del artista siempre ha sido «individual», pero la verdadera libertad solo puede ser colectiva. Una libertad consciente de sus responsabilidades sociales que puede derribar las barreras de lo estético»
Hay dos trabajos de orden público que representan cabalmente estas ideas de Lina; primero el Museo de Arte de Sao Paulo ubicado en la céntrica Avenida Paulista y luego el SESC Pompéia. Lina nació en Roma, vivió luego en Milán donde trabajó en la famosa revista Domus junto a Gio Ponti y donde conoció a su futuro marido, el marchante y crítico de arte Pietro Maria Bardi. Se trasladan a Sao Paulo debido al encargo de la misma ciudad hacia Bardi para fundar y crear el Museo de Arte. Finalmente es Lina quien termina construyéndolo.
Para su diseño creó una enorme caja de vidrio suspendida en el aire por enormes pilares de concreto. Con esto gestó bajo el edificio, una plaza cubierta para esa transitada zona de la ciudad, donde las personas pueden descansar y reunirse. Como filosofía Lina no tenía oficina, prefería estar durante el día en el mismo sitio de construcción, para ella era ahí donde realmente se generaba la arquitectura y se transformaba el proyecto original según las necesidades. De hecho el característico rojo de los pilares del Museo, responde a un agrietamiento que presentó la estructura y que se decidió recubrir con pintura roja. Años después siguió refinando el diseño de este edificio, escuchando y colaborando con las personas que realmente lo usaban.
El SESC Pompéia fue encargado por el Servicio Social de Comercio como un Centro Cultural. Es un edificio amado por arquitectos y artistas que es hoy un hito en la ciudad, utilizado constantemente por sus vecinos como un punto de encuentro y ocio. Es un ejemplo de cómo un edificio puede integrarse a la vida de la ciudad y no viceversa. El proyecto se debía emplazar sobre una antigua fábrica de barriles de petróleo, pero cuando Lina visitó el terreno y vio cómo la comunidad ya ocupaba el lugar con juegos y parrilladas espontáneas, decidió no demoler el antiguo edificio como estaba planeado, utilizar lo ya existente y agregar otros volúmenes.
La famosa Casa de Vidrio fue la primera obra construida de Lina Bo Bardi y su propio hogar hasta su muerte. La casa se ubica en el barrio de Morumbi, en ese minuto un lugar periférico y hoy famoso por sus mansiones y condominios de lujo. Su diseño, efectuado a solo 4 años de llegar a Brasil, contiene remanentes de las sensibilidades europeas que traía consigo desde su Italia natal. Es un volumen de vidrio muy acorde a las ideas de Mies van der Rohe, con un enorme espacio abierto y vidriado que se une al frondoso exterior. La casa flota, en una bella liviandad, sobre delgados pilares que la sostienen del terreno en pendiente.
En fotos antiguas de la casa se puede apreciar el cambio en la vegetación del terreno. La casa en un principio no estaba rodeada de bosque, fue la misma Lina quien, con los años, logró formar ese hermoso ambiente ayudada por el clima semi-tropical de Sao Paulo. La fresca cerámica color turquesa, utilizada en el piso, junto con su colección de arte popular brasileño, la acercan de inmediato a un temperamento creativo sudamericano, que se fusiona con ese racionalismo puro europeo que a veces se siente despojado de humanidad. La casa además esta amoblada con algunos diseños de la propia Lina, como el sofá Bowl, re lanzado ahora por Arper.
En 1995, a tres años de la muerte de Lina, su marido donó la casa para que fuese la sede del Instituto Lina Bo y P.M Bardi, rol que ocupa hasta el día de hoy. El año 2013, a casi un centenario de su nacimiento, junto al connotado curador suizo Hans Ulrich Obrist, se creó la exposición «The Inside is on the Outside» (Obrist ya había incursionado en exhibiciones en casas de artistas como la de Federico García Lorca en Granada o la casa de Luis Barragán en Ciudad de México). Para esto invitó a varios artistas a dialogar de forma sutil con los antiguos dueños de casa, a través de discretas intervenciones. En la foto abajo se pueden apreciar dos caricaturas de Alexander Calder (amigo de la pareja) ilustrando a los dueños de casa.
Olafur Eliasson sumó a la transparencia de la casa, espejos que reflejan el exterior en el interior, parados sobre el famoso soporte de concreto que Lina creó para exhibir cuadros en el Museo de Arte de Sao Paulo. El artista conceptual brasileño Cildo Meireles, en su búsqueda por generar experiencias sensoriales, recreó la vida familiar de la pareja. Desde el área de la cocina una máquina dispensaba olor a café mientras una voz muy parecida a la de Bardi decía «Lina, va fare un caffé». Esta era una situación típica cuando en una comida con amigos (que podía incluir a John Cage, Gio Ponti, Roberto Rosellini y el mismo Calder) el tema derivaba en política y Pietro, para suavizar las ideas izquierdistas de su esposa, la mandaba sutilmente a hacer café.
Curiosa situación, que sin conocer la vida íntima de la pareja, nos deja con un sabor a machismo. El reflejo de una época en que las mujeres, aunque profesionales y definitivamente geniales, debían ir a preparar café en la cocina si tenían una opinión divergente. Y como lamentablemente ese tipo de discriminación aún no está acabada, como mujer, hay que trabajar todos los días en arrancar ese pensamiento de raíz. Grande Lina Bo Bardi.