Helmut Newton, Guy Bourdin y Chris von Wangenheim; los fotógrafos que impregnaron de sexo a la moda

Una revisión a la obra de estos tres fotógrafos que imbuyeron las imágenes de la moda de los ’70 con un erotismo cargado de decadencia siniestra.

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A mí la fotografía de moda me fascina, es una disciplina absolutamente contemporánea y que refleja con agudeza los códigos sociales de una época. La fotografía de moda está fabricada para enganchar al espectador y generarle deseo frente a lo que mira. Pero eso que mira no es, necesariamente un producto, si no el determinado allure que lo envuelve. Y este allure, esta seducción que genera la atracción, cambia según las épocas. Las imágenes que triunfan son las que entienden el pulso de los tiempos.

Y hay un tiempo en particular en que el pulso fue la sexualidad y el erotismo. Hoy ya todos entendemos que el sexo vende, pero fue en la década de los ’70 cuando esto explotó. Los alemanes, Helmut Newton y Chris von Wangeinhem y el francés Guy Bourdin fueron los pioneros.

Pero la sexualidad a la que apelaron, fue una cargada de intriga, oscuridad y decadencia. Estos fotógrafos mezclaron el potente glamour de la moda de los ’70, con todo su exceso de maquillaje y brillo, con elementos del underground sadomasoquista y fetichista. A su vez, también lo macabro pasó a ser parte del mundo chic, con imágenes que parecen sacadas de una escena del crimen de las película de Hitchcock. Además, las fotografías de estos tres grandes son totalmente voyeristas; al mirarlas el espectador siente que está captando algo íntimo o escondido, o derechamente torcido.

Los tres fueron criticados de misóginos, sobre todo por los movimientos feministas. Muchas de sus fotos son altamente controversiales, representando a la mujer como un objeto sexual. Pero hay una delgada línea ahí, ya que también la potencia de sus imágenes reside en mostrar a las mujeres como seres abiertamente eróticos. Y esa libertad la generó el mismo movimiento feminista.

De hecho, a pesar de que estas imágenes están creadas desde la mirada masculina, sus consumidoras eran mujeres. Estos tres fotógrafos eran los más codiciados de la época, trabajando para Vogue París, Harper’s Bazaar, Vogue US, Nova, etc. Por lo tanto, las mujeres que consumían moda se sentían totalmente atraídas por el allure erótico, y a veces un tanto siniestro que se lograba en estas imágenes. ¿Quizás había un sentimiento de culpa en la recién lograda libertad? Es un tema que sería digno de análisis…

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HELMUT NEWTON

Newton fue el primero en trabajar con esta estética y el de más larga trayectoria. Trabajó como fotógrafo de modas hasta el día en que murió en un accidente de auto en Los Ángeles el 2004, a los 83 años. Newton creció en el Berlín de entreguerras, entre la vanguardia surrealista y el acecho nazi. De origen judío, su familia tuvo que escapar cuando él tenía 18 años. Desde ahí comienza una vida migrando, sobre todo entre Montecarlo, París y Los Ángeles.

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Newton tenía desde niño una obsesión con las mujeres, con sus cuerpos. Declaraba amarlas y respetarlas y de hecho mantuvo su matrimonio con June Newton por 50 años. Sus mujeres son fuertes y empoderadas de su sexualidad, mujeres amazonas; altas, de piernas largas y músculos. De los tres, fue claramente el que más elevó a la mujer en su renovado erotismo

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GUY BOURDIN

Las imágenes creadas por Guy Bourdin, se vuelven cada día más icónicas. Es un fotógrafo que ha sido copiado hasta el cansancio en nuestro panorama actual. Sus fotos de colores saturados muestran, generalmente, a las mujeres en situaciones de peligro o directamente en escenas de crímenes. Claramente hay una relación en conflicto con el sexo femenino iniciada en su niñez.

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A Guy Bourdin su madre lo abandonó muy pequeño y él nunca la pudo perdonar. A lo largo de su vida mantuvo varias relaciones, pero dos de ellas terminaron en suicidio. Se decía que mantenía a sus novias encerradas y sin comunicación con el exterior, generando ambientes angustiosos muy parecidos a los que lograba en sus fotografías de moda.

Fue un colaborador eterno del Vogue París y de la marca de zapatos Charles Jourdan, cuya imagen fue construyendo hasta quedar totalmente mimetizada con su propia estética.

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CHRIS VON WANGENHEIM

Nacido en Berlín de una familia noble, Chris von Wangenheim, se traslada a Nueva York a mediados de los ’60, llegando en los años en que la ciudad se convertiría en el epicentro de la vanguardia. Partió como asistente, pero pronto Anna Piaggi de Vogue Italia vislumbraría su talento, encargándole trabajos para la revista. Pronto estaba trabajando para Interview, Vogue US, Playboy, Dior, Valentino, etc. Su gran musa era Gia Carangi, una modelo que calzaba perfecto en su estilo de vida subversivo, con sus imágenes saturadas de violencia y decadencia.

Su carrera fue potente pero muy corta ya que murió en un accidente de auto en 1981. Su legado quedó en manos de su esposa quien estaba ocupada cuidando a su hija. Por esto, recién el año 2015, Rizzoli publicó una monografía de su vanguardista, y a veces macabro trabajo.

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