Generación Beat: Coolness is Born

Un relato sobre el nacimiento del concepto de lo «cool», de la mano de los poetas y escritores subversivos que se hicieron llamar «Generación Beat»

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En la sociedad americana de la posguerra se comenzó a forjar el nacimiento de los primeros hípsters. El ser “cool”, una palabra absolutamente manoseada por nuestra sociedad digital, era una novedad. Algo estaba cambiando en la percepción de la belleza, la elegancia dejaba de ser el único valor social y estético. Algunos jóvenes comenzaron a alejarse de los ideales de sus padres, de su formalidad y compostura, dirigiendo su valor cultural hacia una actitud inconformista, experiencial y relacionada con los grupos marginales.

En este proceso, quizás sus personajes más ancla, fueron los escritores de la Generación Beat. Jack Kerouac y Allen Ginsberg se conocen en los años '40 en la Universidad de Columbia. En esa misma época se relacionan con William Burroughs, personaje de familia acaudalada, algo mayor, que los introduce en el underground del East Village en Nueva York, siguiendo la vanguardia de los sonidos del jazz y el mundo negro. Son estos tres escritores quienes crean las obras seminales del movimiento Beat, On the Road de Kerouac, Ginsberg con el poema Howl  y Borroughs con Naked Lunch.

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Estos escritores, influenciados por la poesía de Arthur Rimbaud y William Blake, rompen con el estilo formal para escribir textos que irrumpen con una verborrea altamente expresiva, característica que les traerá fuertes críticas de parte de escritores como T.S Elliot y Truman Capote. Los Beat crean una nueva forma de expresarse. Sus poesías y novelas son tremendamente personales, llenas de relatos de sus propias experiencias: su libertad sexual, sus sensaciones en torno a la sociedad que les tocaba vivir y su exploración de la conciencia humana

Es esta búsqueda interior la que los conecta con las filosofías orientales y el mundo espiritual budista, siendo Kerouac el primero de ellos que indaga en estos temas escribiendo luego The Dharma Bums. También buscan alterar sus estados de conciencia con diferentes drogas, desde la morfina y el LSD, hasta la búsqueda de Ginsberg y Borroughs de la sagrada ayahuasca en Sudamérica. Había en ellos una urgencia por encontrar el lado espiritual de la vida, que sentían tan mermado luego de los horrores de las guerras. Kerouac nunca se repone de las adicciones que le dejó esta experimentación y muere alcohólico el año 1969, mientras que, Allen Ginsberg deja el uso de drogas para dedicarse absolutamente a su práctica del budismo hasta el final de sus días en 1997.

El particular estilo de vida de este grupo de escritores, se gesta como una reacción a la sociedad americana que comenzaba a erigirse. Luego de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos comienza a experimentar una riqueza sin precedentes que, junto con la industrialización de los bienes de consumo, genera un materialismo galopante.  Además comienza una fuerte propaganda hacia los valores tradicionales de la cultura americana, reforzados luego de generaciones que debieron luchar en las guerras y aguantar la brutal depresión económica.

Ser moral, estudiar, casarse, tener hijos y un trabajo estable, fueron los ideales sociales contra los que la generación Beat se rebeló, sintiendo que era una forma poco auténtica de vivir, una pre-packaged life igual que los cientos de productos que aparecían en los supermercados para la abnegada dueña de casa.

Con este modo de vivir tremendamente individualista y libertaria los Beat comenzaron a recibir el rechazo del establishment con la censura de sus textos. En 1956, cuando el movimiento ya se había trasladado a San Francisco, la editorial City Light publica Howl, el gran poema de Ginsberg. Tras su aparición, es considerado escandaloso, arrastrando a su editor Lawrence Ferlinguetti a un juicio por publicar obscenidades (todo el juicio es relatado en la excelente película Howl con James Franco como Ginsberg). Finalmente el juez declara que no se puede censurar el sentir de un artista, sentencia que se considera fundamental en la libertad de expresión en Estados Unidos.

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Ya a fines de los años '50, toda una generación estaba leyendo On the Road de Kerouac, convirtiéndolo en un ídolo juvenil de disconformidad y libertad. Los medios de comunicación comienzan a crear un nuevo estereotipo al que llaman beatniks, una mezcla entre la Generación Beat y el cohete Soviético Sputnik, otorgándole al concepto una connotación cercana a la izquierda política y sin duda, con un dejo irónico y peyorativo. Con esto los beatniks se convirtieron en moda, en algo más banal, dejando de representar una amenaza real para el sistema

Miss Beatnik 1959  Venice California

Miss Beatnik 1959 Venice California

Los Beats adhirieron al espíritu hipsters que conocieron en sus días del East Village. Esta palabra nace en los años '40, proveniente de la cultura afroamericana del jazz, para designar a los que pertenecían a esa misma escena. Ya estaba asociada a un estilo de vida bohemio, abierto al uso de drogas (marihuana mayoritariamente) y a la libertad sexual. Pero ellos, blancos, bien educados y de clase media hicieron que este concepto saliera de su marginalidad para aparecer como un modelo a seguir por la juventud que quería ser o parecer “cool”

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Y aunque su vestir nunca fue su statement, finalmente su uso del color negro, jeans, barba y anteojos de lectura para el aire intelectual, se convirtieron en el estereotipo de lo que hasta hoy consideramos hipster y que los beatniks de la época imitaron hasta el cansancio. Quizás es Bob Dylan, seguidor de Kerouac e íntimo amigo de Ginsberg desde los años '60, quien a nuestros ojos representa el ideal estético de los Beat, con sus beatles negros y sus icónicos Ray Ban Wayfarer. En las letras de sus canciones se hace imposible no vislumbrar los ecos de la literatura Beat.

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Como vemos, la herencia de este grupo es enorme. El movimiento hippie completo le debe su base a la Generación Beat, de hecho muchos de sus personajes fueron cruciales en levantar los movimientos anti-Vietnam en el San Francisco de los '60. También la cultura de masas de comienzos de los '90 se apropia de sus códigos, con personajes como Dylan de la serie norteamericana “Beverly Hills 90210” y Troy, el personaje interpretado por Ethan Hawke en la película “Reality Bites”, con esa actitud irremediablemente “cool” de auto-marginación social. Y, al día de hoy, hace más de una década que llevamos usando y gastando el concepto de hipster, tan valorado por los Beat y tan vilipendiado por el siglo XXI

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Y es que en nuestra sociedad digital fragmentada y post-tendencias, no se puede generalizar nada en un estereotipo, aún cuando el mundo del marketing siga usándolo, por ejemplo, para vender más camisetas estampadas en Urban Outfitters. El hipster moderno mezcla épocas y conceptos a su gusto, a partir de su propia individualidad y alimentado por el inmenso mundo cultural que puede consumir desde su Iphone. En la actualidad no hay etiquetas que valgan, cada persona tiene sus propias referencias y gustos al margen del mainstream. Como dice Yvan Rodic de FaceHunter acerca de las personas que fotografía “Everyone is becoming their own micro-state, their own style curator and finally, truly, themselves». Una visión que dejaría contentos a los individualistas y expresivos Beat.

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