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Federico Assler y la historia de su escultura oculta y silenciada en el estacionamiento del edificio Diego Portales

Esta es la historia de cómo la escultura de Federico Assler, encargada para la Unctad III, quedó oculta en un estacionamiento del edificio Diego Portales.

Esta es la irónica historia de cómo la escultura hecha por Federico Assler para el goce cotidiano de los transeúntes, quedó oculta por más de 40 años y aún hoy sigue instalada detrás de una pandereta de construcción. Da la casualidad que cuando llegué a vivir a Santiago, unos amigos habían arrendado una oficina en calle Villavicencio, justo frente a la escultura de Assler. Lo increíble es que precisamente ese año, el 2014, ese espacio estuvo abierto al público. Pude pasearme por su obra y sentarme en ella, descubriendo su dinámica interactiva, semejante a una plaza de juegos. Y de paso, conocer su particular pasado.

Durante 1971, Salvador Allende arengó a un enorme grupo de trabajadores, muchos de ellos voluntarios, para construir su gran obra; el edificio que albergaría la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, más conocida como UNCTAD III por sus siglas en inglés. El gobierno consiguió levantar este edificio en sólo 275 días, periodo que quedó retratado en el documental «Escape de Gas» de Bruno Salas. En la foto, los tijerales del edificio.

El tremendo complejo arquitectónico, construido en el centro neurálgico de Santiago, pretendía permanecer como una de las grande construcciones urbanas de Allende. El proyecto era parte de su programa cultural y fue pensando para convertirse, al término de la conferencia, en el Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral, que albergaría la Secretaría de Cultura y el Museo de la Solidaridad.

El espacio se construyó en base al arte. Habían muchas obras que se crearon integradas a la arquitectura y su funcionalidad, como el vitral de Juan Bernal Ponce y los bebedores de Luis Mandiola. El epítome de esta idea fue la escultórica chimenea diseñada por Félix Maruenda (en la foto). Por su parte, Mario Toral, José Balmes, Roser Bru, Santos Chávez y Assler, entre otros, participaron en la creación de murales y esculturas que decorarían el espacio.

Federico Assler, a mediados de los años '60, se traslada desde la pintura en gran formato a la escultura. Este medio le permite poner su obra en el ámbito público y no confinarla a galerías. Ese ha sido el deseo que lo ha movido desde que se embarca en la escultura de gran escala, influenciado por Henry Moore y Eduardo Chillida. «yo siempre quise que mi trabajo estuviera afuera, en la intemperie. Ir con la obra a la ciudad, al hombre. Nunca me interesó mucho el museo» expresó hace poco en una entrevista con la revista Mármol.

Eduardo Martínez Bonati, coordinador del Programa Artístico, fue quien contactó a Assler para que donara una obra para la ciudadanía. El resultado fue Conjunto Escultórico, una escultura de hormigón, emplazada en la entrada que tendría el centro cultural por calle Villavicencio. Por esta razón, Assler creó una obra dinámica, que participa en el ambiente, en la que te puedes sentar y los niños pueden jugar. En la foto, Patricia González Chinchón sobre la escultura, año '72 (Archivo Patrimonial Brügmann).

Durante más de un año, el edificio y sus patios integrados a la vida pública, fueron parte del día a día del santiaguino. Hasta que en 1973, el Palacio de la Moneda es bombardeado y el gobierno de la Unidad Popular derrocado. Con esto, la sede histórica del gobierno queda destruida y las Fuerzas Armadas deciden instalarse en el edificio emblema de Allende; la Unctad III.

El complejo pasó a llamarse Diego Portales y a ser la sede, por 8 años, de la Junta Militar (hasta que La Moneda volvió a estar apta en 1981). En total contradicción al espíritu con el que se construyó, estos edificios pasaron a simbolizar la opresión, el miedo y por sobre todo, el disimulo y el silencio con que el gobierno militar operaba.

 Todas las obras que habitaban el edificio fueron escondidas o destruidas, removidas de su espacio. Pero lo más curioso es que la obra de Federico Assler, dueña de la propia terquedad de su creador, quedó ahí. La obra es inseparable del espacio, ya que fue hormigonada in situ. Por 40 años quedó disimulada y silenciada en el lugar que fue usado como estacionamiento de los funcionarios.

Con la vuelta a la democracia, el edificio vertical se convirtió en la sede del Ministerio de Defensa y el horizontal en un centro de conferencias. Pero el 2006, debido al estado de deterioro en que se encontraba este último, se incendió. Esta quema sirvió para limpiar el pasado y empezar nuevamente. El 2010 se inauguró por segunda vez en la historia, el Centro Cultural Gabriela Mistral.

Pero el espacio donde se encuentra la escultura de Federico Assler es parte de la segunda etapa del Gam, por lo que a pesar de que se renombró como plaza Assler el 2013, su escultura de 5 metros de altura, está nuevamente oculta tras la pandereta de la construcción.

ESTE ARTÍCULO FUE TAMBIÉN PUBLICADO EN PLATAFORMA ARQUITECTURA