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Cuándo y dónde nace el concepto de LOFT: la casa/instalación de Donald Judd en el SoHo de Nueva York

A fines de los sesenta, Judd compra esta antigua fábrica para convertirla en una vivienda experimental donde convivir con su arte minimal, el de sus amigos y sus dos hijos pequeños.

El concepto Loft se ha extendido por todas partes. Las inmobiliarias promocionan lofts como departamentos de planta más abierta y de apariencia minimalista, vendiendo una onda más joven y contemporánea. La imagen de una cocina abierta de look semi industrial está tan imbuida en nuestra cultura visual Pinterest, que al llegar al loft de Donald Judd en Nueva York uno siente dos cosas, primero; esto ya lo he visto, segundo; en verdad esto no lo he visto. 

Donald Judd fue un artista estadounidense quien estudió crítica e historia del arte antes de convertirse en artista. De la generación de la posguerra, comenzó con la pintura como la mayoría, pero pronto desarrolló una obra única, basada en instalaciones a gran escala, usando el espacio como telón de fondo. Judd escribió exhaustivamente sobre arte a lo largo de su vida y una de sus preocupaciones centrales era entender la exhibición en sí, el encuentro físico con la obra, y sus reflexiones siempre llegaban a donde mismo; a que las obras necesitaban de lugares permanentes donde pudieran ser apreciadas de forma constante. Vivir con la obra, rodearse de la obra, eran las máximas de Donald Judd.

El artista retratado en 1970. Judd Fundation

Lo genial de este personaje es que comenzó a experimentar con estas ideas en su propia vida diaria. A poco andar de crear sus obras Minimalistas (apelación que le dio la crítica de arte y la cual él desdeñaba) de gran formato comenzó también a comprar propiedades en donde instalarlas de forma permanente. La primera de ellas fue el espectacular edificio 101 Spring Street en el SoHo, comprado en 1968 cuando aún era llamado el Cast-Iron District y en vez de tiendas de diseñador había abandono y decadencia. Símbolo de la gentrificación, fue uno de los primeros sectores post industriales del mundo, el cual se convirtió en un terreno fértil para muchos artistas, que como Judd, buscaban además de espacio de trabajo, formas alternativas de vivir. 

Eso es lo que hace de este espacio un lugar tan interesante. Al entrar hay algo que parece familiar, algo que recuerda imágenes de Instagram y blogs de decoración, pero al instante hay una sensación de origen, de punto de partida. Se entiende lo experimental, lo honesto y de paso el comienzo de modos postmodernos de vivir. 

La propiedad, ubicada en Spring Street 101, fue diseñada por el arquitecto Nicholas Wythe en el año 1870, como una más de las modernas fábricas textiles construidas en el downtown de la época. Su construcción en hierro fundido y vidrio recordaba las innovaciones de Joseph Paxton en Inglaterra, una nueva arquitectura para una nueva era, industrial y moderna. Hoy es el único edificio del SoHo que queda intacto en su estructura original.

Cuando Donald Judd compró el edificio en Spring Street 101, Nueva York, aún habían máquinas de coser adosadas al piso (hoy se pueden ver los agujeros en la madera) e incluso algunas mujeres trabajando, lo que quedaba de la rebosante industria textil. Judd se fue a vivir con su hijo Flavin de alrededor de dos años y su mujer la bailarina Julie Finch, poco después nació su hija Rainer, hoy ambos directores de la Fundación Judd y encargados del legado de su padre, quien murió tempranamente de cáncer el año 1994 y quien dejó meticulosamente estipulado lo que quería que sucediera con sus propiedades (la gran mayoría en Marfa, Texas), sus obras y su visión de mundo.

Flavin y Rainer Judd en la cocina de Spring Street 101 por Katherine Mcmahon

Con esto en mente, los hermanos lograron recolectar 23 millones de dólares para la renovación del edificio, terminada en 2013, la cual dejó casi intacta la forma en que Judd concibió el espacio. El primer piso es una galería para exhibir a otros artistas, en los inicios tenía su estudio ahí, pero se aburrió de la cantidad de amigos y paseantes que lo interrumpían de su trabajo diario.

En el segundo piso, Judd proyectó el espacio de cocina y estar, y es acá donde uno no puede dejar de pensar en Pinterest y la cantidad de imágenes juddianas que aparecen al buscar Loft. Es como el sueño del loft neoyorkino hecho realidad, aunque Flavin siempre cuenta en sus entrevistas que todo el romanticismo terminaba en el momento en que llegaba el invierno y morían de frío por vivir de forma experimental en una ex-fábrica sin las comodidades necesarias para una familia con niños pequeños. 

En el tercer piso estaba su estudio. El espacio está dominado por un enorme cubo de metal, obra de Judd, más su mesa de dibujo y algunos muebles del arquitecto y diseñador finlandés, Alvar Aalto. En el cuarto piso hay muebles diseñados por él y otras obras de arte en un espacio que él pensaba como de meditación e intelectualidad. El segundo impacto de este lugar llega con el último piso; el dormitorio. En un espacio de enormes proporciones, hay una plataforma de madera, creada por el artista como cama, donde caben dos colchones de dos plazas, con conexión eléctrica a la mano. En la pared de espalda a la cama hay una obra de John Chamberlain, uno de sus autos chocados que sobresale de la pared. Lo más impresionante es una obra de Dan Flavin, su gran amigo, creada site-specific, que corre a lo largo de la habitación en una serialidad de tubos fluorescentes, que imita la serialidad de las ventanas de hierro. 

Acá también encontramos unos mini espacios que hizo para sus hijos, con pequeños rincones y un readymade de Duchamp. Además construyó unos walking closet con lavamano incluido, diseñados por él en acero inoxidable, los que mandó a hacer al mismo fabricante industrial que le hacía sus obras. 

Para conocer el alucinante hogar de Donald Judd y de paso entender el origen del concepto Loft, es necesario reservar una visita guiada. Encuentra toda la información aquí

ESTE ARTÍCULO FUE REALIZADO PARA CV GALERIA